Literatura, cine y antropología en la construcción de imaginarios: la Patagonia.
‘Historias mínimas’ (Carlos Sorín, 2005) es una película modesta que por su calidad fue candidata a numerosos premios de cine internacionales y que recorrió buena parte de los festivales en el año en que se estrenó. Las historias a las que hace mención el título (intrascendentes, mínimas) son tres, y se desarrollan de forma paralela para ir entrecruzándose, según la estructura que ha hecho célebre a otro latinoamericano, González Iñárritu, a través de un nexo común: la Patagonia, tierra de ficción.
La vastedad del corazón de la Argentina más mitológica obliga a Sorín a firmar una road movie, aunque el director aclare que en realidad no se puede llamar a su película como tal, precisamente por no ser fruto de una intención estructural o estética sino de una necesidad. Ninguno de los actores que participan en ‘Historias mínimas’, a excepción de dos, es profesional, pero (o gracias a ello) las realidades que representan (intrascendentes y mínimas) no pueden contener mayor verdad, ni transmitir mayor emoción. Las historias de personajes a los que sólo la compasión puede convertir en héroes cautiva a los amantes del cine; eso es algo que ya sabemos y sin embargo jamás desmerece un agradecimiento. El abuelo en busca de su expiación, la muchacha que se interna por primera vez en las mentiras de la tele para participar en un concurso, y el enamorado de un pastel imposible para una mujer apenas entrevista, transitan durante kilómetros y kilómetros de árida línea recta a través de la conciencia del espectador para oprimirle el corazón con suavidad y arrancarle más de una sonrisa (que, en mitad de un drama esperanzado, puede ser la sonrisa más compasiva posible)
La vastedad del corazón de la Argentina más mitológica obliga a Sorín a firmar una road movie, aunque el director aclare que en realidad no se puede llamar a su película como tal, precisamente por no ser fruto de una intención estructural o estética sino de una necesidad. Ninguno de los actores que participan en ‘Historias mínimas’, a excepción de dos, es profesional, pero (o gracias a ello) las realidades que representan (intrascendentes y mínimas) no pueden contener mayor verdad, ni transmitir mayor emoción. Las historias de personajes a los que sólo la compasión puede convertir en héroes cautiva a los amantes del cine; eso es algo que ya sabemos y sin embargo jamás desmerece un agradecimiento. El abuelo en busca de su expiación, la muchacha que se interna por primera vez en las mentiras de la tele para participar en un concurso, y el enamorado de un pastel imposible para una mujer apenas entrevista, transitan durante kilómetros y kilómetros de árida línea recta a través de la conciencia del espectador para oprimirle el corazón con suavidad y arrancarle más de una sonrisa (que, en mitad de un drama esperanzado, puede ser la sonrisa más compasiva posible)

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