19.2.07

Huéspedes recurrentes


El MuVIM presenta un recorrido por los hoteles más famosos de la ficción a través de los carteles de veinticinco ilustradores.
Quizá porque aparecen desde el exterior como tranquilos lugares de paso, los hoteles han servido a numerosos artistas a lo largo del tiempo de enclaves donde situar las historias de sus novelas, películas y canciones. De entre la imaginería que suscitan, dos símbolos destacan por su fuerza: las lujosas hostelerías donde los personajes se divierten, enamoran y continúan su camino y, sobre todo, las pensiones sórdidas que encierran gritos de terror entre las paredes para quienes se atreven a estampar su nombre en el registro.
Veinticinco ilustradores han pernoctado en veinticinco hoteles de ficción, y de la experiencia de su estancia surge ahora “Los hoteles de la imaginación”, una exposición que se celebra en el MuVIM del 7 de febrero al 15 de abril y en la que un grupo de profesionales de la ilustración de todo el mundo presenta una colección de carteles inspirados en los hoteles más célebres del arte.
El punto de partida es el “Admiral Benbow Inn”, la vieja taberna de finales del XVIII presidida por un retrato del almirante de “La isla del tesoro” de Stevenson, uno de los máximos exponentes de la literatura de viajes y aventuras, y continúa a través del motel de terror por excelencia, con una vieja mansión victoriana en lo alto de una colina: el “Bates Motel” de “Psicosis”. La mayoría de las ilustraciones contienen guiños a las historias en las que se basan, desde los más obvios, como la fachada con los rasgos de Groucho del “White Way Hotel” basado en “El hotel de los líos” de los Hermanos Marx, hasta los más sugerentes, como el laberinto de setos que aparece en la etiqueta del “Hotel Overlook”, escenario final y asfixiante del film de Kubrick “El resplandor”.
Para quienes no consideren una buena carta de presentación lemas como “para un día o para toda la vida”, del “Hotel Earle” de los Hermanos Cohen, existen otras alternativas. La sofisticación del cartel del “Gran Hotel” permite a sus huéspedes “mirar y dejarse mirar”, y el “Beau Rivage” garantiza un lujo acorde con la dama de alta sociedad dibujada en su etiqueta. La exposición también incluye hoteles tan originales como el “Hotel existencia” de los “Brooklyn Foolies” de Auster, que “sólo existe en la mente” y pensado “para quienes no pueden vivir su vida en la realidad”.
Fritz Lang, Borges, John Irving y otros autores contemporáneos sirven a una nueva generación de artistas para invitar a un viaje real o imaginario a través de modelos de la ficción condensados en ilustraciones art decó, abstractas, a modo de collage, coloridas o premonitoriamente fúnebres, y la mayoría con el sabor nostálgico de los antiguos carteles publicitarios. “Los hoteles de la imaginación” permite un viaje por la memoria para acumular en la maleta, como los viajeros tradicionales, las etiquetas de los hoteles en los que nos hospedamos y, así, mostrarlas en nuestro equipaje como prueba de una dilatada experiencia.

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