
Fue la noche de Martin Scorsese no porque 'Infiltrados' sea la película del año, sino porque la Academia se lo debía, de ahí la entusiasta entrega de la platea al premiado, como diciendo "ya era hora, te lo mereces" Quinielas cumplidas en cambio para mejor actriz y actor (aunque pese a ello Hellen Mirren estuviera tan nerviosa que subió al escenario con el bolso en una mano y un pendiente rebelde en la otra) Whittaker empezó genial su discurso, aunque luego fue subiendo el tono hasta desembocar en el tan original "God bless you!!"
La que se ha vendido como la edición más latina de la historia otorgó a 'El laberinto del fauno' sólo tres de sus muchas candidaturas, pero las categorías en las que se premió son una excelente señal de la calidad y el éxito de la película. Las expectativas puestas en Babel e Iñárritu no fraguaron.
Ellen DeGeneres estuvo, sobre todo, breve; cáustica, irónica, más intelectual, pero para bien o para mal, apenas apareció. Tuvo momentos brillantes con Scorsese (deslizándole inocentemente un guión) y Spielberg (advirtiéndole de que por favor enfocara bien al tomarle una foto con Eastwood)
Quejarse de que fue larga estaría totalmente fuera de lugar, siempre es demasiado larga y quizá así es como debe ser una megagalaconmáximaexpectacióninternacionalentorno, pero sí me han sorprendido comentarios referentes al escaso contenido político de la ceremonia: estamos tan acostumbrados al discurso que el hecho de que aplaudieran a Al Gore durante minutos y minutos y de que DeGeneres lo presentara como "el presidente al que los americanos SÍ votaron" sabe a poco.
Genial el "momento Meryl", imitando a su personaje en 'El diablo viste de Prada', con una mirada reprobadora y una seriedad pétrea en primer plano mientras sus pupilas (Anne Hathaway y Emily Blunt) presentaban atolondradas el Oscar al mejor vestuario.
Y finalmente: qué envidia de dinero para producir un evento de forma siempre tan agradable.
Y finalmente: qué envidia de dinero para producir un evento de forma siempre tan agradable.

