21.3.07
26.2.07

Y finalmente: qué envidia de dinero para producir un evento de forma siempre tan agradable.
21.2.07
El efecto que provoca “Las Hurdes” proviene, como señala el Doctor Miguel Herráez, de su densidad: la cantidad y rareza de dramas contenidos en un metraje tan corto desconcierta y abruma. La voluntad de Buñuel de superar el realismo lleva “Las Hurdes” al superrealismo y de esta forma a conectar con el surrealismo, género máximo de su obra; el realismo de la película documental es tan crudo y bello al mismo tiempo que supera a la propia realidad para generar una forma tan única como su fondo.
La mayoría de las escenas del mito creado por Buñuel, que perseguía una clara intención etnográfica pero manipulada en favor de un ideario creativo que ya sabemos singular, en las que posan cretinos, enanos, palúdicos, muertos de hambre rodeados de una nada paupérrima, fueron provocadas…son “falsas”, en realidad. Buñuel untó de miel al burro para que lo devoraran las abejas, y disparó a la cabra para que se despeñara, y colocó al cerdo bebiendo en el riachuelo justo unos metros más arriba que el par de niños haciendo lo propio, y también fue quien dio vino al enfermo de paludismo para que temblara más frente a la cámara a la hora de filmar.
Para Herráez, el principal problema ético de “Las Hurdes” es de cualquier forma la ausencia de un espacio que dé voz a los hurdanos, el hecho de que el director se acercase a los protagonistas como los antiguos conquistadores a los bárbaros. Quizá sea cierto, quizá lo primero pierda importancia si se tiene en cuenta el poderoso legado histórico (exagerado o no) y artístico (incomparable, en el sentido más literal de la palabra) que dejó para siempre Buñuel.
20.2.07
Sin embargo, la sedición contra modelos heredados no conlleva necesariamente una superación total de prejuicios y tópicos, con lo que los jóvenes que lideran la reparación de lo olvidado adoptan al mismo tiempo discursos transmitidos erróneos: caen a pesar de sus buenas intenciones en el maniqueísmo, sacralizando al indio y demonizando al español. La revisión histórica es un proceso doloroso, pero si se afronta, debería hacerse desde la precisión y no desde el resentimiento.
Es curioso que en Hispanoamérica se siga llamando Día de la Raza a nuestro Día de la Hispanidad. En España, conscientes de que la deuda histórica, pese a superada, continúa hiriendo sensibilidades, y del peligro de usar en vano algo tan arcaico y connotado como la raza, hace medio siglo que convertimos esa fecha en otro motivo de celebración, el de los lazos de cooperación creciente entre los hispanohablantes a ambos lados del Atlántico. Es lógico que muchos latinos no deseen celebrar el día en que los indios fueron arrasados por los colonizadores, pero ¿hasta qué punto depende sólo de ellos la superación de ese imaginario doloroso?
19.2.07
La vastedad del corazón de la Argentina más mitológica obliga a Sorín a firmar una road movie, aunque el director aclare que en realidad no se puede llamar a su película como tal, precisamente por no ser fruto de una intención estructural o estética sino de una necesidad. Ninguno de los actores que participan en ‘Historias mínimas’, a excepción de dos, es profesional, pero (o gracias a ello) las realidades que representan (intrascendentes y mínimas) no pueden contener mayor verdad, ni transmitir mayor emoción. Las historias de personajes a los que sólo la compasión puede convertir en héroes cautiva a los amantes del cine; eso es algo que ya sabemos y sin embargo jamás desmerece un agradecimiento. El abuelo en busca de su expiación, la muchacha que se interna por primera vez en las mentiras de la tele para participar en un concurso, y el enamorado de un pastel imposible para una mujer apenas entrevista, transitan durante kilómetros y kilómetros de árida línea recta a través de la conciencia del espectador para oprimirle el corazón con suavidad y arrancarle más de una sonrisa (que, en mitad de un drama esperanzado, puede ser la sonrisa más compasiva posible)

Quizá porque aparecen desde el exterior como tranquilos lugares de paso, los hoteles han servido a numerosos artistas a lo largo del tiempo de enclaves donde situar las historias de sus novelas, películas y canciones. De entre la imaginería que suscitan, dos símbolos destacan por su fuerza: las lujosas hostelerías donde los personajes se divierten, enamoran y continúan su camino y, sobre todo, las pensiones sórdidas que encierran gritos de terror entre las paredes para quienes se atreven a estampar su nombre en el registro.
Veinticinco ilustradores han pernoctado en veinticinco hoteles de ficción, y de la experiencia de su estancia surge ahora “Los hoteles de la imaginación”, una exposición que se celebra en el MuVIM del 7 de febrero al 15 de abril y en la que un grupo de profesionales de la ilustración de todo el mundo presenta una colección de carteles inspirados en los hoteles más célebres del arte.
El punto de partida es el “Admiral Benbow Inn”, la vieja taberna de finales del XVIII presidida por un retrato del almirante de “La isla del tesoro” de Stevenson, uno de los máximos exponentes de la literatura de viajes y aventuras, y continúa a través del motel de terror por excelencia, con una vieja mansión victoriana en lo alto de una colina: el “Bates Motel” de “Psicosis”. La mayoría de las ilustraciones contienen guiños a las historias en las que se basan, desde los más obvios, como la fachada con los rasgos de Groucho del “White Way Hotel” basado en “El hotel de los líos” de los Hermanos Marx, hasta los más sugerentes, como el laberinto de setos que aparece en la etiqueta del “Hotel Overlook”, escenario final y asfixiante del film de Kubrick “El resplandor”.
Para quienes no consideren una buena carta de presentación lemas como “para un día o para toda la vida”, del “Hotel Earle” de los Hermanos Cohen, existen otras alternativas. La sofisticación del cartel del “Gran Hotel” permite a sus huéspedes “mirar y dejarse mirar”, y el “Beau Rivage” garantiza un lujo acorde con la dama de alta sociedad dibujada en su etiqueta. La exposición también incluye hoteles tan originales como el “Hotel existencia” de los “Brooklyn Foolies” de Auster, que “sólo existe en la mente” y pensado “para quienes no pueden vivir su vida en la realidad”.
Fritz Lang, Borges, John Irving y otros autores contemporáneos sirven a una nueva generación de artistas para invitar a un viaje real o imaginario a través de modelos de la ficción condensados en ilustraciones art decó, abstractas, a modo de collage, coloridas o premonitoriamente fúnebres, y la mayoría con el sabor nostálgico de los antiguos carteles publicitarios. “Los hoteles de la imaginación” permite un viaje por la memoria para acumular en la maleta, como los viajeros tradicionales, las etiquetas de los hoteles en los que nos hospedamos y, así, mostrarlas en nuestro equipaje como prueba de una dilatada experiencia.
1.11.06
30.10.06
Otoño no trae de momento, para decepción de los románticos, nubes, bosques amarillentos ni cambio de ropa, pero consuela con una cartelera a la que casi no se puede dar abasto (a los que les sobren tiempo y sobre todo dinero, enhorabuena; yo en cambio tengo que recurrir a sesiones 2x1, esto es, pago y veo una película y acto seguido me cuelo en otra, haciendo uso de mi ¿gran talento? para el disimulo y despiste del personal; ilegal, pero…¿acaso no es el cine para los rebeldes?)
Pequeña Miss Sunshine es una de esas pocas comedias pero cada vez más de moda (en la línea de Los Tenenbaum, por ejemplo) sobre una familia norteamericana desquiciada con la que se contraataca a la repelente familia norteamericana feliz. Personajes: abuelo cocainómano, adolescente que ha decidido no hablar y sólo lee a Nietzsche, padre fracasado obsesionado con el éxito, y niña barrigona decidida a ganar un concurso de belleza infantil lleno de niñas-esperpento que juegan a ser adultas top models. Género: una road movie con toques de humor negro y un guión lúcido en el que pierde la insensatez de la realidad tópica de pastel de cumpleaños y gana la humanidad de lo raro y problemático, tan cercano al fin y al cabo.
Hijos de los hombres plantea una idea perversa: un futuro en el que las mujeres no pueden concebir, y en el que el ser humano vivo más joven cuenta con 18 años. Londres, una de las pocas ciudades que aún funcionan, está asolada por el terrorismo, y en medio de un caos estremecedor aparece una llave a la esperanza, una mujer inmigrante embarazada de ocho meses. Las posibilidades que este hallazgo plantea son claras, la redención puede estar a un paso, pero en este contexto la semilla para una nueva humanidad es también un instrumento de poder deseable que puede desbaratar el milagro…La película de Alfonso Cuarón es verosímil gracias a una puesta en escena que no recuerda a la ciencia ficción y el futurismo, sino a cualquier guerra contemporánea y a conflictos que hoy por hoy ocupan los periódicos, con lo que consigue una capacidad de sugestión y concienciación en el espectador muy poderosa.
Infiltrados es el gran estreno de la temporada (la vuelta de Scorsese siempre es un acontecimiento para la prensa, y esta vez ha coincidido con la vuelta de otro neoyorquino célebre, Woody Allen, con lo que se suceden los reportajes Scorsese-Allen) Lo mejor es su ritmo rápido y magistral, una dirección que continúa revalidando la celebridad de quien la firma, aunque Infiltrados se acerque más a una película entretenida que a una obra maestra como Casino. Un inteligente juego de espejos e identidades entre dos mundos que tan bien casan en el cine, la mafia (Nicholson simplemente tiene que aparecer en plano para resultar brillante, en éste y en cualquier otro título) y la policía.
