Fahrenheit 451 es, si la memoria no me falla, mi primer libro de ciencia ficción, un género que no consta entre mis preferidos, aunque antepongo el criterio de calidad e innovación a la hora de elegir mi próxima lectura a cualquier género concreto. Soy más de autores que de géneros, pero de cualquier modo lo que estoy experimentando en el presente año de mis 20 años es una voluntad de conocer autores clásicos y libros importantes de la literatura, así que más o menos esta es la forma en que llegué a una de las más populares novelas de Ray Bradbury cuando menos me lo esperaba. Primera conclusión: en 175 páginas me he desprendido del prejuicio de que el género puede condicionar la calidad, esto es, que entre el neorrealismo urbano, por ejemplo, necesariamente encontraré mejores libros que en la ciencia ficción. Sí, lo reconozco, yo lo tenía. Pensaba que en la ciencia ficción el autor se preocuparía mucho más por inventarse aparatos del futuro sorprendentes y fascinantes para freaks de la tecnología que en trazar con buen estilo una trama con contenido. Desde luego en Fahrenheit 451 no ocurre esto: el marco futurista en que se desarrolla la historia es una excusa para hacer válido y verosímil el argumento; una gracia añadida, jugosa pero secundaria. Y el estilo es el propio de un gran autor: Bradbury domina la acción tanto como los sentimientos de su protagonista; el lenguaje es original, rico, tanto como la estructura, y se adecúa con dominio del autor a los personajes y al tiempo de la trama.
Aclaradas mis dudas, voy a lo importante, que es lo interesantísima que resulta la propuesta de Bradbury: en un futuro terrible, los libros son un producto prohibido por el gobierno y que los propios ciudadanos abominan, entregados como están a la diversión y la autosatisfacción inmediatas. Nada de información, nada de preocupaciones, de realidad y poesía que nos disgusten y nos arruinen el día, ése es el empeñó de la gente y al que responde beneficiado el poder. Las casas y edificios son ahora completamente ignífugos, y los bomberos, perdida su primitiva función, son un órgano al servicio del gobierno que quema y hace desaparecer los libros y hogares de los lectores, convertidos en criminales. Entre ese cuerpo de bomberos, Montag, el protagonista, empieza a preguntarse por su labor, cae en el camino sin retorno de la duda, abre los ojos, y se rebela. Para ello contará con la ayuda de un pequeño grupo de personajes marginales que le infundirá las esperanzas de, quizá, conseguir cambiar algo..
La novela es una reflexión sin desperdicio sobre los errores constantes de la humanidad, como la guerra, que aparece en Fahrenheit, frente al conocimiento y el recuerdo que ofrecen los libros; sobre la sociedad de la tecnología y la imagen frente a los beneficios de la verdadera comunicación. Un alegato humilde, nada pretencioso y acertadísimo de freno y vuelta a los valores humanizantes, a la amistad, la palabra, la naturaleza..., que recomiendo con ganas por lo dicho: genial contenido y continente en un género que prometo tener más en cuenta.
Para interesados: "Fahrenheit 451", Ray Bradbury (no llega a 7 euros en "Debolsillo") Y más Bradbury en "Zen en el arte de escribir", en la que habla de sí mismo y de la gestación de sus obras ("Minotauro")

2 comentarios:
HOLA ALEX!!!
Solo te escribo para saludarte y estrenarme en tu blog....
Perdona por tardar y por no poder aportar ningun tipo de comentario sobre el libro..es que no lo he leido pero bueno la intencion es lo que cuenta no??
UN MUAA ENORME...
silvi..payaseta!!
alesitoooo!!!
y nosotras tb tenemos ya flog...aunq no hemos colgado nada...
www.ynosotrasque.blogspot.com
muaaa!
capeucita roja ;)
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